Una mirada a la cultura Masái: viviendo con los Masáis en la sabana de Tanzania

Vivir con los Masáis en la sabana de Tanzania no es fácil, pero es una increíble ventana a la cultura Masái. Durante mis días con los Masái aprendí sobre su cosmovisión, el rol de cada género, la crianza de los niños, sus ritos de iniciación a la adultez, el consumo de sangre, y mucho más. Acompáñame en este relato sobre el mundo de una fascinante tribu – Experiencing the Globe

Pasé dos meses en Tanzania y menos de una semana de ese tiempo en la sabana, pero tuve la suerte de presenciar la verdadera vida Masái. Soy plenamente consciente de que fue un instante en la historia de esta tribu, solo una pequeña ventana a la cultura Masái, pero más que suficiente para poder contar esta historia. Porque eso es todo lo que pretendo, relatar mi perspectiva sobre un tema delicado. De ninguna manera estoy tratando de ser la voz de los Masáis. Hice muchas preguntas a todos quienes estuvieron dispuestos a hablar conmigo, investigué mucho sobre la tribu, y pude vivir con los Masáis en la sabana, una experiencia única. Espero que disfrutes de esta historia y aprendas sobre la importancia de los pueblos indígenas en el proceso.

Primeras impresiones de los Masáis

***Me carga empezar esta linda historia sobre una hermosa tribu y estilo de vida en una nota negativa, pero por favor ten paciencia. Prometo que mejora. ¡Y mucho! Esta parte del relato te ayudará a estar preparado si visitas Tanzania, porque probablemente los Masáis que conocerás no serán tan increíbles como los que describiré aquí***

Mi primer encuentro con los Masáis no dejó la mejor impresión. Los que viven en Arusha tienden a ser bastante groseros, incluso agresivos al intentar vender, y los de Ngorongoro son del tipo que se sientan al costado de la carretera vendiendo chucherías y enviando a los niños a pedir dinero. Si mi viaje hubiera comenzado en Zanzíbar, probablemente mi visión habría sido aún peor, con los guerreros diciendo abiertamente a los turistas que compren sus artesanías para poder irse de fiesta. No me malinterpretes, por supuesto que no estoy diciendo que todos son así, pero esos son los que se cruzaron en mi camino. A decir verdad, la agresividad es característica de todos quienes trabajan en ventas en Tanzania, por lo que te sentirás como un dólar caminante hasta que te acustumbres y puedas obviarlo. Luego podrás ver que la mayoría de la gente es en realidad amable, tanto los Masáis como los demás tanzanos.

Bueno, incluso con esa aclaración hecha, probablemente yo esperaba más ‘autenticidad’, que en mi cerebro blanco privilegiado significa una tribu indígena viviendo en conexión con la tierra, y no preocupándose por cosas triviales, como el dinero. Pero viven en el siglo 21, y necesitan ganarse la vida de alguna manera. La situación con los Masáis en Serengeti, Ngorongoro y otros parques nacionales y reservas de caza es un problema particularmente complejo, y lo he profundizado en este post. Pero, en general, han sido privados de más y más de sus tierras ancestrales, por lo que la mayoría no puede continuar con la vida tribal que pueden querer  tener.

Aun así, incluso con todas esas consideraciones, me decepcionó un poco ser testigo de la forma en que se comportaban. A medida que recorrí más del país, la imagen no cambió mucho. Agresivos, groseros, borrachos. Afortunadamente, sabía que ese no es el panorama completo. Y deseaba de todo corazón que mi opinión cambiara.

Mientras planeaba mi viaje a Tanzania, me encontré con un video sobre la boma donde vive una mzungu con su esposo Masái, su hijo y toda su familia. Stephanie –’Mama Chachi’– nació en Alemania, pero encontró su verdadero hogar en una pequeña aldea en el centro de Tanzania. Si te lo estás preguntando, ‘mzungu’ significa persona blanca en el idioma del país, el suajili. Y una ‘boma’ es el complejo de chozas donde vive una familia. La suya está compuesta por su suegro, sus tres esposas, todos sus hijos, y sus esposas e hijos.

Necesitaba saber más, así que fui a explorar su Instagram. Comenzó su cuenta para mostrar al mundo la importancia de la cultura y la forma de vida Masái, para crear conciencia. Me encantó su mensaje, así que le escribí y ella no pudo haber sido más amable. «Ven a visitarnos», me dijo.

Nos conocimos en Dar es Salaam, y después de un día de playa en el que la bombardeé con preguntas, comenzamos el largo viaje a su pueblo en la sabana. A las 5 de la mañana partimos a la estación de buses; a las 6:15 íbamos hacia Handeni. A las 11:30 nos embarcamos en la última parte del camino hacia Lesoit.

Arriving in Lesoit, Manyara region, Tanzania - Experiencing The Globe
Llegando a Lesoit, Región de Manyara, Tanzania

Llegamos a media tarde, y nos recibió un grupo de niños felices y curiosos, todos exigiendo nuestra atención. Pasé el resto del día tomando en brazos a los más chicos y “lanzándolos” al aire, jugando fútbol con los mayores, corriendo con todos, recorriendo las diferentes chozas y tomando fotos. Bueno, dejando que los niños la tomaran, viendo la felicidad en sus caritas al turnarse para ponerse la cámara alrededor de sus cuellos.

Conocí a algunos de los adultos, todos dándome la bienvenida con los brazos abiertos, a pesar de que solo podíamos comunicarnos a través de lenguaje corporal. Uno de ellos, Mulari, el único que estaba allí en ese momento que hablaba inglés, me sorprendió con unas palabras en español e incluso algunas en croata. Es obvio que él trabaja en turismo mientras está lejos del pueblo. Por mi parte todo lo que aprendí a decir en Maa fue ‘gracias’ y ‘bueno’.

Antes de que se pusiera el sol, los jóvenes regresaron a la boma con sus vacas, cabras y ovejas. Después de asegurarlas en sus corrales de los terrores nocturnos de las hienas locales, las mujeres saltaron a la acción. Armadas con tazas y recipientes de calabazas talladas, se dirigieron hacia las vacas, pusieron sus cabezas contra el costado y las ordeñaron con una tremenda habilidad. Llevan a los terneros un lado y las mamás vacas los siguen. Las mujeres toman una taza o dos de leche y dejan que los terneros beban todo lo que necesitan.  

La puesta de sol fue recibida con una fogata y una taza de té de jengibre. Después de jugar un poco más con los niños y mirar hacia las estrellas hasta que mi cuello comenzó a quejarse, me fui a acostar. No eran aún las 8 de la noche. Oficialmente estaba viviendo en la sabana.

Masai children around a fire, Tanzania - Experiencing The Globe
Niños Masái alrededor de una fogata… ¡que hicieron ellos mismos!

La boma, como la mayoría de los lugares en la Tanzania rural, no tiene agua corriente ni electricidad. Hay una letrina de hoyo para Stephanie y sus invitados, pero los Masáis simplemente van alrededor de los arbustos. El agua se recoge de la lluvia (durante las temporadas de lluvia) o se obtiene de un pozo relativamente cerca de la aldea, y se usa con cuidado. Una cubeta se calienta para ducharse. Algunos la hierven para beber, otros la beben de como viene.

Las casas son chozas, de unos 20 metros cuadrados, hechas de palos unidos entre sí con una mezcla tipo greda hecha de estiércol de vaca, arena y agua. En el interior suele haber dos camas, también hechas de palos cubiertos por una gran pieza de cuero. Una es para el hombre, la otra para la mujer y los niños. En una esquina se guarda la leche. En el medio hay un estante con ollas, platos y tazas, y en frente hay espacio para hacer fuego, donde las mujeres cocinan. Las casas tienen un par de pequeñas ventanas, el único tamaño que tienen la habilidad de construir. Las casas son oscuras, pero las personas son afectuosas.

Algunos Masáis están tratando de ser parte del siglo 21 a través de las viviendas también. Contratan a suajilis (tanzanos no Masáis) para construir casas de cemento. Pero este lujo está reservado solo para aquellos con dinero. En mi humilde opinión, estas casas modernas tienen más luz, pero menos alma.

Su sustento solía basarse únicamente en la cría de ganado. «Esta es nuestra cuenta bancaria», me dijo Mulari mientras yo contemplaba a las cabras y vacas cuando regresaban a la boma. Pero para comprar más, y para poder sucumbir a la modernidad, hoy en día los jóvenes van a buscar trabajo a las ciudades. Y con ello el estilo de vida tradicional está en declive.

El papel de los hombres es proveer y proteger. Al llegar a la edad adulta, se espera que un hombre tenga una esposa, comience a tener hijos, tenga otra esposa o dos, tenga más hijos y cuide de sus padres. Esto significa que los hombres jóvenes, antes de cumplir los 20 años, deben abandonar sus aldeas e ir a buscar trabajo para mantener a su familia. Muchos de ellos no saben leer ni escribir, a veces ni siquiera saben el idioma oficial del país. Este no es el caso para todos los niños, pero generalmente es cierto para el primogénito. Después de él, para sus hermanos es un poco más fácil.

Los hombres en casa, en las aldeas, siguen cuidando el ganado, mientras que las mujeres hacen casi todo lo demás: cocinar y limpiar, criar a los niños, buscar madera y agua, construir las casas, hacer artesanías para los hombres que van a las ciudades vendan.

The goats return to the Masai boma, Tanzania - Experiencing The Globe
Las cabras y ovejas regresando a la boma
Boma in the bush, Manyara region, Tanzania - Experiencing The Globe
La boma en la sabana
Young Masai with his goats and sheep, Tanzania - Experiencing The Globe
Un joven Masái con las ovejas y cabras de la boma

Las mujeres Masáis

Ellas tienen una vida difícil, lidiando con una lista interminable de cosas que hacer, mientras soportan al esposo que sus padres eligieron para ellas. Pero no parece molestarles: es la única vida que conocen.

Con roles específicamente asignados y una vida que llena de dificultades, es fácil entender la poligamia. ¿Por qué querrías un esposo para ti, cuando podrías compartir las responsabilidades que el matrimonio trae consigo con otras mujeres?

La vida nunca es solitaria de esta manera. Pueden vivir en pequeñas chozas, pero la vida sucede afuera, con la comunidad. Los niños se crían juntos, con muchos primos para mantenerse entretenidos. «En occidente la gente vive en casas grandes, pero sola», me dijo Stephanie, haciendo obvio que está feliz con el camino que eligió viviendo con los Masáis, como Masái.

El rol de las mujeres –más allá de las tares que hoy en día ocupan sus vidas– solía ser el de líderes espirituales. Pero pareciera que en el mundo de hoy no hay lugar para ello. Los hombres se ocupan de la política, del cuidado del ganado, y de proveer para el hogar, y se espera que las mujeres hagan todo lo demás. El dinero tomó el lugar de la espiritualidad, dejando a las mujeres en busca del rol que tenían en su cultura tradicional en la vida moderna.

Pasé la mayor parte de mi tiempo en la boma entre las mujeres. Me recibieron con los brazos abiertos en sus chozas, trataron de alimentarme cada vez que había algo cocinándose, se tomaron el tiempo para mostrarme sus utensilios y explicarme cómo funcionan las cosas, incluso me mostraron las joyas tradicionales que usan para los matrimonios. Y todo ello sin hablar un idioma común. Stephanie habla Maa con fluidez, así que me tradujo, pero incluso cuando ella no estaba cerca, entré en las casas de la gente como si estuviera entre mi propia familia.

Rápidamente noté que las mujeres disfrutan pasar sus días entre otras mujeres. Hacen sus tareas con una sonrisa. Utilizan su limitado tiempo libre para sentarse al sol a conversar. Se preocupan por los hijos de las demás como si fueran suyos.

Tener hijos es la labor principal de una mujer Masái. Cuando su sustento se basaba únicamente en la ganadería, los niños formaban parte de la riqueza de la familia: iban a ser ellos los que cuidaran de los animales. Pero hoy en día, dado que los Masáis están buscando otras fuentes de ingresos, tener muchos hijos se está convirtiendo en una carga. A pesar de que tienen anticonceptivos disponibles en la clínica de la aldea, algunos de los hombres todavía no están listos para dejar atrás la tradición de embarazar a sus esposas tan a menudo como sea posible.

No puedo juzgar, ni pretendo expresar algo que solo ellas pueden, pero personalmente me complica defender este aspecto de la forma de vida tradicional, cuando veo que claramente podrían tener una mejor vida con más derechos de la mujer.

Masai women, Tanzania - Experiencing The Globe
Hermosas mujeres Masáis
Masai woman's wedding jewelry, Tanzania - Experiencing The Globe
Joyas usadas por las mujeres Masáis en los matrimonios
Masai woman with her baby, Tanzania - Experiencing The Globe
Los ojos del bebé están fijos en la cámara mientras la madre continua con las tareas del día

Empoderamiento a través de toallas sanitarias

Un ejemplo simple pero que les cambió la vida vino de uno de los proyectos de Stephanie. Ella comenzó a coser toallas sanitarias de tela y a distribuirlas a las niñas y mujeres de su aldea y sus alrededores. Las niñas no podían ir a la escuela durante unos días cada mes por temor a tener manchas en la ropa. Las mujeres tenían problemas para realizar las actividades diarias pensando que les correría sangre por sus piernas. Nadie habla de ello, por supuesto. Como la mayoría de los temas relacionados con las mujeres, es un tabú.

Así que los kits de Stephanie, compuestos por ropa interior, toallas sanitarias de tela, y entretelas intercambiables, todos lavables y reutilizables, por lo tanto, sostenibles, tuvieron un gran impacto. Las mujeres ahora pueden vivir una vida normal todos los días del mes. Algunas piezas de tela cosida tuvieron un impacto profundamente empoderador en las mujeres de la comunidad.

Ella me dijo que al principio dudaba en intervenir, pero se lo ofreció a las mujeres y ellas aceptaron encantadas. Las tradiciones no cambian de ninguna manera, sus duras vidas se volvieron un poco más fáciles, al menos durante unos días en el mes. Algunos hombres están trabajando para comprar un smartphone, le recordé, que las mujeres tengan acceso a toallas sanitarias solo cubre una necesidad básica.

*Stephanie está recaudando fondos a través de GoFundMe. Con una donación de 10€ se entregará un kit de ropa interior, 2 toallas sanitarias de tela y 6 entretelas a una niña o mujer Masái. Esto también proporciona una pequeña fuente de ingresos a las mujeres de la boma, ya que son ellas las que cosen con Stephanie.

La vida Masái

En Tanzania las horas del día se miden de una manera diferente. El conteo comienza a las 6 AM. La primera hora se cuenta cuando comienza el día, con el amanecer. En consecuencia, las 12 son las 6 PM, terminando el día con la puesta de sol. La vida Masái, como la de la mayoría de los que viven en el campo, también sigue al sol.

Con el amanecer comienza el movimiento. Las mujeres ordeñan las vacas y hacen chai –té hecho con leche, especias y azúcar. Debido a que mi visita fue durante la temporada seca, por lo que no había suficiente hierba para que los terneros sobrevivieran, se les daba alimento adicional en la boma, agregando trabajo a la rutina de la mañana. Los terneros y las bebés cabras y ovejas se quedan en la boma mientras que los animales adultos son llevados a alimentarse y beber en la sabana circundante. Tienen que caminar kilómetros para asegurarse de que encuentran lo justo para mantenerse vivos hasta que llegue la temporada de lluvias, y con ella crezca nueva hierba. Una mañana durante mi estancia en la sabana Stephanie me llevó con los hombres a ver el pozo donde se llevaban a las vacas, un pequeño y modesto arroyo, pero todo lo que hay disponible en esa época del año.

Los hombres se veían muy cómodos silbando instrucciones al ganado, ayudándose con un palo de madera que siempre acompaña a los hombres Masái. Mientras las vacas bebían, los hombres se entretenían masticando caña de azúcar: con mucha habilidad pelan y cortan cada caña con un machete. Beber el dulce jugo les da un golpe de energía. Ellos siguieron su camino y nosotras regresamos a la boma.

Mientras tanto, las mujeres estaban ocupadas, como siempre. Una de ellas estaba arreglando su casa, mezclando estiércol de vaca, arena y agua, y extendiéndolo por sus paredes, como greda. No pude evitar ensuciarme las manos, así que durante una hora más o menos la ‘ayudé’. Con toda honestidad, probablemente molesté más de lo que asistí. Pero me dio una idea de lo difícil que es la tarea. Ella hace que se vea simple, pero, créeme, no lo es.

Otras mujeres buscaban agua, leña y verduras para cocinar. Casi todos los días tienen que obtener al menos uno de estos elementos esenciales. Preparan un humilde pero lleno de trabajo desayuno, almuerzo y cena, generalmente consiste en ugali (harina de maíz cocida en agua, con una consistencia como de masa), un guiso de verduras y chai. Después de alimentar a los adultos y niños mayores que llevan a las vacas, ovejas y cabras a pastar, alimentan a los muchos niños y lavan todas las ollas, platos y tazas. Aunque su día comenzó a las 6, no tienen un descanso hasta después del almuerzo.

Las pocas horas que tienen por las tardes antes de que los hombres regresen las pasan al sol, poniéndose al día con las otras mujeres. Algunas también hacen manualidades. Algunas trabajan en las toallas sanitarias, otras hacen joyas, tanto para usar como para vender. Y entonces el trabajo comienza de nuevo. Alimentar a todos, ordeñar a las vacas, lavar.

Los hombres regresan alrededor de las 4 con las cabras y las ovejas. Las dejan deambular por la boma, mientras que los bebés corren hacia sus madres para alimentarse, en una conmoción de ‘baas’ y ‘maas’. Caminar alrededor de ellas (¡y hacerle cariño a los bebés!) se convirtió en mi momento favorito del día. Antes de las 6 las cabras son conducidas a su corral (donde están a salvo durante la noche), antes de que el resto de los hombres regresen con las vacas. También estas son aseguradas en su corral, y las mujeres las ordeñan de nuevo.

El día comienza a acabarse con los niños pequeños haciendo una fogata y disfrutando del calor mientras los últimos rayos de luz dan paso a las estrellas. Comen y se van a dormir. A las 9 todo lo que se puede escuchar son mugidos y balidos. Lo cual es, curiosamente, una maravillosa canción de cuna para conciliar el sueño.

Masai women milking the cows, Tanzania - Experiencing The Globe
Las mujeres Masái ordeñando a las vacas
Masai woman fixing her house with a cow dong mix, Tanzania - Experiencing The Globe
Una mujer Masái arreglando su casa con una mezcla de estiércol de vaca
Waterhole where the Masai take their cows during dry season, Tanzania - Experiencing The Globe
Pozo donde llevan a las vacas a beber durante la temporada seca
Masai woman cooking ugali, Tanzania - Experiencing The Globe
Mujer Masái cocinando ugali

Los niños Masái

Los niños crecen libres. Corren descalzos por la boma, con sus lindas joyas y atuendos Masáis, mezclados con polerones y chalecos que han visto días mejores. Se entretienen recibiendo poca atención de los adultos. Juegan con la arena y con juguetes improvisados. Durante mi visita, me mostraron con orgullo dos pelotas hechas de trozos de plástico envueltos. Jugué fútbol con ellos, y luego (cuando su energía superó la mía) los vi jugar por horas. Se ven genuinamente felices con esta infancia.

Pocos de ellos van a la escuela. El sistema educativo en el país deja mucho que desear, pero  parece que en las aldeas más pequeñas –especialmente entre las comunidades indígenas– es prácticamente inexistente. Los profesores son conocidos por golpear a los niños más que por enseñarles. Así que algunos padres optan por no enviarlos en absoluto. En cambio, se quedan en la boma y ayudan con el trabajo. Los niños llevan al ganado a pastar desde que tienen unos 10 años. Los más pequeños ayudan a que las pequeñas cabras y ovejas estén a salvo, y son la sombra de sus madres cuando estas van a ordeñar a las vacas.

Son dulces, alegres, curiosos y llenos de energía. Pero necesitan desesperadamente una escuela adecuada, donde puedan aprender a leer, escribir y sumar, mientras preservan su cultura y tradiciones Masái. Lamentablemente, su única opción es una escuela suajili, una proporcionada por el gobierno que no considera su forma de vida tradicional. O una escuela privada fuera del alcance de su presupuesto en un pueblo a 10 km de distancia.

Parecen tener una infancia feliz, viviendo libres en la sabana, con muchos primos alrededor para jugar. Pero considerando cómo el estilo de vida tradicional de los Masáis está amenazado, el futuro de estos niños es incierto, especialmente sin educación.

Masai child during the medicinal rite, Tanzania - Experiencing The Globe
Niño Masái acompañando a los adultos durante un rito medicinal
Masai children singing and dancing, Tanzania - Experiencing The Globe
Niños Masái jugando a la ronda en la sabana
Masai children, Tanzania - Experiencing The Globe
Una photobomb hizo una hermosa toma

Rito de iniciación: los hombres se convierten en guerreros y las niñas se convierten en mujeres (MGF en la cultura Masái)

* Disclaimer: ninguna de las mujeres Masáis me habló de este tema durante mi estadía en la sabana, pero creo que vale la pena mencionarlo para comprender un poco mejor la cultura. Mis apreciaciones se basan en mi investigación y en mi conocimiento sobre Derechos Humanos. No tengo información de primera mano sobre la Mutilación Genital Femenina (MGF) en Lesoit o en cualquier otro lugar de Tanzania.

Para iniciar a los niños en la edad adulta, los Masáis llevan a cabo un ritual de modificación genital. Los niños son circuncidados y se convierten en guerreros Masái. Las niñas deben someterse a un proceso similar para convertirse en mujeres Masái, con un pequeño corte en el clítoris. Pero bajo presión internacional, el gobierno de Tanzania prohibió la práctica. Como esta es una parte esencial de la cultura, no se detuvo.

Las niñas sin cortar nunca serán vistas como mujeres adultas, por lo que tendrán problemas para encontrar un esposo y tomar decisiones, porque sin importar su edad, culturalmente siguen siendo niñas. El problema ahora es que, desde la prohibición, los cortes se están haciendo antes para evitar ser descubiertos y castigados. Y, con esto, las niñas son consideradas mujeres, por lo que la edad para casarse ha disminuido. Hoy en día los padres casan a sus hijas a una edad mucho más temprana que hace una década.

Este es uno de los muchos casos en que los ‘salvadores blancos’ empeoraron la situación. No me malinterpretes, las duras formas en que se realiza la MGF en algunos lugares debe ser detenida, pero en la cultura Masái es un inofensivo equivalente a la circuncisión masculina, por lo tanto, prohibirla es otra forma de discriminación contra las mujeres.

Las pocas ONGs en Tanzania que trabajan con mujeres Masái (en lugar de darles una voz desde el pedestal de su altanería moral sin siquiera escucharlas) están abogando por equidad en derechos, no en alterar los roles de género. Ellas no ven la MGF (ni la poligamia) como opresión cultural. En el perspicaz libro Gender and Culture at the Limit of Rights (Género y Cultura al Límite de los Derechos), Dorothy Hodgson relata su interpretación de lo que mujeres Masáis le dijeron tras años de trabajo de campo con ellas:

“[…] los problemas que ellas enfrentan hoy en día no son intrínsecos de sus ‘culturas’ y ‘tradiciones’, sino el producto de más amplias fuerzas políticas y económicas como el colonialismo, las misiones evangelizadoras, el capitalismo industrial, la privatización de la tierra y otros recursos naturales, las presiones de la población y el VIH/SIDA los que las han privado de sus tierras e ingresos y seriamente han erosionado sus derechos. Incluso la violencia doméstica y la ‘cultura del patriarcado’ son entendidas como producidas históricamente, vinculadas y articuladas con conflicto, violencia y órdenes patriarcales que ocurren a nivel nacional, regional e internacional”.

La MGF no es un problema para los Masáis, ni es la prioridad de las mujeres. Sus necesidades urgentes, ella cita, son el hambre, la pobreza, la falta de acceso a agua limpia, los derechos sobre las tierras, la educación, y, para algunas, la falta de acceso a la salud. Es fácil juzgar la Mutilación Genital Femenina desde occidente, siendo que parece una causa loable, aquellos que realmente se interesen buscarán guía en quienes quieren ayudar para saber cómo hacerlo de forma correcta.

Consumo de sangre

Una de las cosas que la gente ve en documentales y se pregunta si es cierto es si los Masáis todavía beben sangre. Parece difícil imaginar hoy en día a alguien bebiendo la sangre caliente de un animal que acaba de ser sacrificado. Bueno, lo hacen. Yo lo presencié.  

El patriarca de la boma estuvo enfermo durante mi estadía en la sabana. Eso significó que había que sacrificar a una oveja. Un curandero de otra boma fue convocado, mientras que una oveja tuvo sus últimos respiros. Los guerreros quitaron cuidadosamente el cuero y luego cortaron la grasa. Mientras el curandero comenzó a derretir la grasa sobre una fogata para hacer un aceite para el patriarca, los jóvenes guerreros continuaron cortando cada parte del animal.

Cuando abrieron las costillas y encontraron la sangre, todos se acercaron y tomaron puñados que fueron directamente a sus bocas. El corazón de la oveja también fue comido crudo. «¿Quieres probarla?», me dijo un guerrero mientras se limpiaba la boca de los restos de sangre. Estoy dispuesta a hacer mucho para tener una nueva experiencia, pero trazo la línea en el vegetarianismo, así que le agradecí profusamente por ofrecerme la oportunidad de participar en un rito reservado para los hombres, pero me conformé con solo presenciarlo.

Otro guerrero apareció de entre los arbustos con algunas raíces y fragmentos de madera. Rascó trozos de ellos, y estos se pusieron a hervir al fuego con el aceite. Una vez hervido, se dejó enfriar, se coló, y se le dio al patriarca para beber. El ritual terminó al día siguiente, con él bebiendo una infusión hecha del resto de la sangre, la cabeza de la oveja y algunas hierbas y raíces de arbustos.

Todo el proceso fue hipnotizante de ver, como una coreografía: absolutamente fluido, todos conscientes de su papel y de los tiempos. A pesar de que me costó asimilar la matanza de la pobre oveja, fue un honor poder participar –aunque solo como espectadora– en un evento así. Y mis aprensiones se calmaron al ver cómo se utilizaba cada parte del animal.  Contrario al estilo del mundo occidental, nada se desperdicia. De hecho, fue gracioso que uno de los ancianos de la tribu, después de probar una parte del estómago cocinado, pudo decir dónde habían estado bebiendo agua las ovejas, por la cantidad de arena que contenía. Su conocimiento ancestral va más allá de lo que nosotros, los foráneos, podemos comprender.

Todo el rito parece funcionar: el patriarca está en sus 70’s y sano (cuando la esperanza de vida en el país es de solo 65 años).

Vale la pena señalar que la sangre se bebe, como en muchas culturas indígenas, durante rituales y celebraciones, pero también por sus nutrientes y como fuente de calorías. Un artículo académico la describe como “un alimento ordinario y sagrado”. La sangre se obtiene no solo matando a un animal. Cuando se necesita una pequeña cantidad, cortan la arteria yugular de una vaca, permitiendo extraer lo necesario, sin sacrificar al animal.

Masai warriors butchering a sheep for a medicinal rite, Tanzania - Experiencing The Globe
Guerreros Masáis sacrificando a una oveja para un rito medicinal
Masai medicinal rite, Manyara region, Tanzania - Experiencing The Globe
Curandero Masái haciendo un aceite de la grasa de la oveja y algunas raíces y hierbas de la sabana
Head of the sheep, roots and herbs boiling to make a medicinal broth, Tanzania - Experiencing The Globe
Segundo día del ritual: la cabeza de la oveja, raíces y hierbas hierben para hacer una infusión medicinal
Patriarch of the Masai boma during a medicinal rite, Tanzania - Experiencing The Globe
El patriarca de la boma bebiendo la infusión

Mi opinión sobre los Masáis después de 2 meses en Tanzania

Mi impresión inicial cambió drásticamente, estando ahora más cerca de cómo veo a los pueblos indígenas de mi propio país. Los Masáis no son groseros ni agresivos, se ven obligados a serlo. Fueron olvidados por modernidad. Son juzgados e incomprendidos. La sociedad les falló, y están reaccionando como pueden. Después de que gran parte de su tierra ancestral fuera arrebatada, y considerando que muchos en el país los miran en menos, como salvajes, ellos están tratando de sobrellevar los cambios y encontrar un lugar al que pertenezcan. Algunos lo hacen  luchando para  conservar su estilo de vida ancestral. Otros lo hacen yendo a las ciudades con el objeto de ganar algo de dinero para emborracharse.

Lo que me entristece es ser testigo de lo inconscientes que son sobre la importancia de su tribu. Por supuesto, algunos están orgullosos de ser parte de ella, pero la mayoría no se dan cuenta de cómo sus decisiones afectan a toda la comunidad Masái.

Le pregunté a Yayai, la suegra de Stephanie, qué le gustaría que el mundo supiera sobre la cultura Masái, y no pudo responderme. Como la mayoría de los Masái, ella simplemente no lo ha pensado. Ella es una de las afortunadas que no ha visto su vida muy afectada por la modernidad, aunque tuvo que soportar que sus hijos se fueran a trabajar lejos de su boma (así fue como Stephanie conoció a Sokoine, su esposo, en la isla Mafia). Entonces le pregunté qué la hace feliz. «Mis hijos y mis vacas», me respondió de inmediato, sin pensarlo ni un segundo.

¿Por qué es importante preservar el estilo de vida, las tradiciones y la cultura Masái, te preguntas? Parece más fácil asimilarlos al resto del país, enviarlos a la escuela y moverlos a las ciudades. Bueno, eso sería terrible para el planeta. Los Masáis han estado viviendo con su ganado entre animales salvajes durante tantas generaciones que saben cómo cuidar la tierra y la vida silvestre como nadie más podría. Y, como Yayai me mostró con su respuesta, no solo saben cómo proteger la tierra, sino que realmente les importa.

Masai warrior, Manyara region, Tanzania - Experiencing The Globe
Guerrero Masái

Es difícil encontrar un equilibrio entre preservar su cultura (que a su vez ayudará a preservar la naturaleza y la vida silvestre) y aceptar que algunos Masáis quieren vivir en la modernidad. Creo que la clave está en la educación. No la versión occidental de ella, sino una que pueda ayudarles a ver que son únicos, especiales, importantes. Una que pueda darles herramientas para migrar a las ciudades si lo desean: habilidades básicas como leer y escribir, y fluidez en los idiomas suajili e inglés; pero lo más importante es que contribuya a su forma de vida tradicional: gestión de la tierra, abastecimiento y uso sostenible del agua, cuidado del ganado, y conceptos básicos sobre negocios y administración.

Pero quién soy yo para decirlo. El propósito de este post no es dar respuestas, sino narrar una linda historia, y crear conciencia sobre lo amenazadas que están las vidas de los pueblos indígenas. Si cuando visites Tanzania los entiendes más y los juzgas menos, valió la pena.

Cuando llegó el momento de despedirme, fui a agradecer a las mujeres por darme la bienvenida a sus hogares y vidas. Mientras estábamos sentadas en una pequeña choza llena de humo después de que se preparó la cena, les dije lo agradecida que me sentía de ser invitada a ser parte de su estilo de vida. Después de soportar que las siguiera durante días, en lugar de sentirse aliviadas de volver a la normalidad, estaban tristes de decir adiós, y se disculparon por no tener un regalo de despedida. «Yo soy quien lamenta no tener algo que darles», les dije rápidamente. Una de las mujeres tomó un collar de los que llevaba puestos y me lo puso en el cuello. Ese es el tipo de personas que son, felices de compartir lo que tienen.
No es fácil vivir en la sabana, especialmente cuando estás acostumbrado a los estándares occidentales. Pero es una vida hermosa. La conexión que se puede sentir con la tierra y la gente es imposible de encontrar fuera de las comunidades indígenas. Y siempre atesoraré que se me haya dado la rara oportunidad de experimentarlo. Espero que a través de este relato e imágenes te hayas sentido allí también.

Muchas muchas gracias a Stephanie Fuchs (@masai_story) por invitarme, guiarme, alimentarme, traducir para mí, y, lo más importante, permitirme ser parte de su familia durante unos días. Admiro su contribución a la conciencia de la cultura Masái, y estoy orgullosa de poder llamarla mi amiga.
Si quieres saber más sobre su historia, te recomiendo leer su autobiografía (disponible en inglés y alemán): «Masai Story: My Fight For Love and The Future Of Indigenous People«.

Being a Masai, with Stephanie (Masai Story), Tanzania - Experiencing The Globe
Siendo una Masái con Stephanie

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Por Coni de Experiencing the Globe

2 comentarios en “Una mirada a la cultura Masái: viviendo con los Masáis en la sabana de Tanzania”

  1. María Teresa León

    Hola Coni, mi nombre es Teresa y soy española. Me ha gustado mucho tu blog, es muy emocional y sincero. Yo estoy escribiendo sobre la cultura de los Masái, y me ha aportado buena documentación para trabajar en ello. Ahora estoy intentando escribir frases en Masái, aunque por lo que he podido observar también hablan el idioma Suajili, Tú has estado allí con ellos conviviendo. ¿Cuál me recomendarías?. Un abrazo y espero que sigas aprendiendo sobre las culturas y sobre todo sobre la perspectiva de los derechos humanos en un mundo real.

    Saludos, Teresa

    1. ¡Hola Teresa! Muchas gracias por tus lindas palabras. Se me llena el alma cuando recibo comentarios como el tuyo 🥰
      Respecto a tu pregunta, por lo que yo puede ver, la mayoría de los Masái en Tanzania también hablan Suajili. Stephanie aprendió Suajili cuando se fue a vivir a Tanzania, e imnmediatamente aprendió Masái cuando se casó y se fue a vivir a la boma -aunque sus parientes políticos entienden Suajili, la comunicación del día a día es en Masái, y es también el idioma materno de todos los niños. Si estás escribiendo sobre su cultura, yo usaría su idioma. Espero que esto te sirva.

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